Hit emocional (Juanjo Sáez)

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Hit emocional (Juanjo Sáez). Sexto Piso, 2015. Rústica con solapas. 17 x 24 cm. 302 págs. Color. 22 €

La música es un fenómeno complejo: todo el mundo escucha música, a todo el mundo le gusta algo, y cuando llegamos a determinados círculos todo el mundo entiende mucho de música… y el resto de la gente, por supuesto, no tiene ni puta idea. Hay pocos medios más sujetos a las modas que la música, en la que lo que mola hoy será vergonzoso mañana, para volver a molar pasado mañana. En ese maremágnum en el que hay que estar a la última para no caer en algún renuncio —ojo con disfrutar de según qué bandas sin esbozar una sonrisa irónica—, si no eres un experto sólo te queda mantenerte al margen y disfrutar de la música de un modo emocional. Por eso me ha resultado tan interesante la última obra de Juanjo Sáez. Sincera y directa, como todas las suyas, Hit emocional recorre su vida a través de la música que ha escuchado, intercalando las páginas inspiradas en temas musicales que ha publicado en Rockdelux con el relato sentimental de su juventud, entre la prosa y el dibujo sencillos, sin más pretensión que la de comunicar —nada menos.

Quizá el resultado final sea un tanto disperso y le falte cohesión a la hora de integrar las páginas de Rockdelux en el conjunto, pero eso no significa que no sea un libro absorbente, cuyo relato personal se vuelve rápidamente generacional. E incluso transgeneracional, porque yo tengo diez años menos que Sáez y sin embargo me he visto muy reflejado en algunas de las situaciones.

Desde la juventud heavy a la madurez indie hay una evolución que tiene que ver con la emoción, con las sensaciones que la música provoca. Con lo que cada uno buscamos en ella cuando la escuchamos. Sáez escribe que la música «es una herramienta abstracta», y por tanto pura, no contaminada de mensaje en su capacidad para afectarnos. Pero, al mismo tiempo, esa abstracción la convierte en el vehículo perfecto para que cada persona la cargue con sus propios recuerdos. Da igual cuál sea la intención de su compositor: una canción es lo que nosotros percibimos, es el recuerdo que le asociamos. Y por eso muchas veces lo de menos es si la canción es buena o mala.

Juanjo Sáez se define como nostálgico. Yo no creo serlo, pero sin embargo, leyendo Hit emocional me he sorprendido recordando mis propios hits emocionales, temas que hace siglos que no escucho, porque sólo conservo de mi juventud la música que hoy me sigue pareciendo buena. Todos tenemos un buen puñado de canciones que nos jode escuchar, y otro buen montón que escuchamos y nos devuelven a momentos concretos. Pero, es curioso, yo he necesitado que Sáez me recuerde eso. Cambio sus Iron Maiden por los Saxons o el power metal y tanto monta. Aunque, claro, yo simpatizo más con su afición a Led Zeppelin o Pink Floyd.

SuicideBaja

Una de las cosas que resultan más interesantes del libro es precisamente que no hay pretensión de nada en los gustos musicales que se describen. Ni tampoco excusas, ni apelaciones a los placeres culpables para justificar ciertas cosas. Le gusta lo que le gusta, y le gusta por motivos que, en tanto que no son intelectuales, son indiscutibles. Me ha sorprendido la precisión con la que recuerda eso tan bonito de estar en la habitación de un colega escuchando en silencio un disco por primera vez, o la música compartida con la persona de la que estás enamorado. Concibe la música como una experiencia vital, como una parte de su vida que la vertebra. Por eso me encanta cómo cuenta un viaje a Francia para ver a uno de sus grupos favoritos, lleno de locuras, incidentes y sorpresas, un viaje iniciático que recuerda con precisión… y que los llevó a un concierto que le pareció una mierda. Porque eso es lo de menos, y con el paso del tiempo, uno recuerda mejor las risas de la gente con la que fuiste que el solo épico que se marcó el guitarrista. Las páginas de Sáez reflejan también el equilibrio que existe en su concepción de la música como experiencia colectiva e individual. Tan importante como esos conciertos o escuchas en compañía son los momentos en los que escucha a solas música que lo transporta, lo cura o lo alivia.

Sus reflexiones sobre el medio y el mercado son interesantes, aunque a veces no profundice demasiado. Su forma de ver cómo internet ha cambiado el modo en que escuchamos música, sin lamentos apocalípticos, el fin de los movimientos, la avalancha de información… Pero sobre todo me gusta cómo, con la perspectiva que da el tiempo, valora cómo han evolucionado las cosas. Y tiene, por supuesto, un par de dardos muy certeros, como cuando afirma que el heavy es una música infantil.

Sin embargo, lo que convierte Hit emocional en una obra tan destacable no son sólo las opiniones de Sáez sobre la música, sino cómo imbrica en ellas la reflexión autobiográfica más descarnada. Desarma la franqueza y cariño con los que habla de sus padres, o de Anna, su primer amor. Es sorprendente cómo puede pasar de estar contando sus impresiones sobre cualquier grupo musical y con la mayor naturalidad del mundo expurgar sentimientos íntimos, reflexiones sobre sus errores o sus defectos, alcanzándonos como lectores y ayudando a que realicemos el mismo ejercicio. Es algo que sólo sabe hacer así Juanjo Sáez.