Entrevista con Cristina Durán y Miguel Ángel Giner

Durante la pasada Feria del libro de Madrid, y gracias a la mediación de Sheila Fernández de Salamandra, pudimos entrevistar a Miguel Ángel Giner y Cristina Durán con motivo de la publicación de Cuando no sabes qué decir. A continuación os ofrecemos la transcripción de la conversación que mantuvimos.

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Siempre me he preguntado por vuestro método de trabajo, porque vosotros firmáis vuestras obras sin indicar quién hace qué.

Cristina Durán: Sí, es que está muy mezclado [risas].

Miguel Ángel Giner: Sí, de hecho muchas veces decimos que yo soy el guionista y Cristina la dibujante por simplificarlo, pero el método de trabajo no es ése, en realidad está muy mezclado. En Una posibilidad entre mil y La máquina de Efrén hay páginas completas escritas por Cristina, por ejemplo cuando habla de su madre. Yo lo que hice fue encajarlo en la narrativa, de la misma manera que yo le echo una mano en algunos dibujos, por ejemplo con las perspectivas, y luego todo el color y el arte final los hago yo, con lo cual es una cosa que va y vuelve constantemente.

CD: Y hay muchas cosas que él las ha pensado de una manera pero yo creo que quedaría mejor de otra forma, y vamos hablándolo todo.

MAG: Sí que hay un protocolo que respetamos: la última palabra en cuestiones de guion la tomo yo y la última decisión de dibujo la toma ella.

CD: Sí, si hay un desacuerdo, yo respeto que él sabe más de guion y él respeta que, al ser mis dibujos, prime mi opinión.

Tenéis esa norma para poder desatascar…

CV: Se ha impuesto naturalmente, claro, no la establecimos al principio, de hecho en el primer libro discutimos mucho más que en los otros dos. Ahora ya tenemos un método de trabajo mejor.

MAG: En este último el guion es más mío, la historia es mía. Yo se la di a leer y al principio dijo: «¿esto es lo que tengo que dibujar?» [risas].

CV: No, pero sí que en éste he notado esa separación, el hecho de hacer, como dibujante, el guion de otra persona. Era una historia que él tenía desde hace tiempo y ahora ha terminado, entonces eran sus personajes, sus preferencias… Y a nivel gráfico también tenía una idea preconcebida de cómo quería que estuviera estructurado… Que la historia de los personajes tuviera un dibujo más sencillo y luego las partes de las anécdotas de música y cine tuvieran un estilo más elaborado, para explayarme yo… A mí me costó al principio porque cuando hacemos una historia necesito implicarme emocionalmente, ponerle todo mi amor. Yo empecé a disfrutar el cómic en el momento en el que le cogí cariño a los personajes y los hice míos, y la historia entonces me enganchó.

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Portada de Cuando no sabes qué decir.

Para este cómic, Miguel, ¿habías hecho algún tipo de storyboard previo para pasarle a Cristina?

MAG: Sí, sí, eso siempre lo hago yo. Bueno, excepto en las páginas de anécdotas y en el cuento, donde le dejé libertad a ella para que hiciera lo que quisiera; de hecho se las dejé en blanco, sólo aparecía el texto y ella improvisaba. Sobre esta cuestión: toda narrativa tiene una música interna, tú te inspiras en una música para que tenga un ritmo narrativo concreto. Una posibilidad entre mil es más un gospel o un blues, Beowulf [de Santiago García y David Rubín]es rock’n’roll… Y en éste nuevo la inspiración era el jazz. En las páginas de color que hacía Cristina lo que yo quería es que fuesen las melodías, las bases rítmicas, luego las partes en las que ella se podía explayar eran sus solos, sus improvisaciones de jazz. Tenía que demostrar lo que sabía con su instrumento, hasta dónde podía llegar…

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Una de las «improvisaciones» de Cristina Durán.

CD: Para pasármelo pipa. Sí es verdad que hay algunas cosas de las que él habla con las que me tuve que documentar. Había películas que había visto y otras que no. Algunas las he revisitado, como por ejemplo El apartamento… Ha sido muy chulo meterme en ese cine del que él siempre me habla pensando que luego lo voy a dibujar. Con la música igual. Y de hecho cuando vi Los paraguas de Cherburgo, que salía sólo en una viñeta, le pedí a Miguel que me cambiara la planificación y me diera una página entera para ella, porque lo necesitaba gráficamente.

Veo que la manera de trabajar que tenéis es muy orgánica y abierta, y os habéis anticipado al tema del color, sobre el que os quería preguntar. Es verdad que en vuestra historia de Viñetas de vida lo usáis, pero en las dos novelas gráficas anteriores utilizabais un bitono. ¿Este cambio viene motivado por lo que comentabas tú antes, o es anterior la decisión?

CD: A mí me apetecía hacer color.

MAG: Sí, eso lo teníamos claro. Si te fijas el color es muy sobrio, hay tres tonos más el negro y el blanco. En parte me apetecía mucho narrar con el color, y cada época de la historia tiene su color asignado, pero también veníamos de la historia de Viñetas de vida, que era muy potente el color, muchos verdes…

CD: Pero porque Nicaragua es así, lo pedía.

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Una página de «Ondas en el río», la aportación de Durán y Giner a Viñetas de vida.

MAG: Por eso me apetecía el color, pero un color más sobrio. Incluso que esté más cercano al bitono de las obras anteriores. Y también quería usarlo como una base rítmica muy sencilla, para que luego viniera la fuerza de las otras imágenes, las del cine, el jazz y el cuento. Por lo demás, quería que por ejemplo una mesa y una silla definieran un bar. No me hacen falta más elementos para que se entienda, es casi teatral.

Eso en general siempre es así en vuestros cómics, el tipo de dibujo que utilizáis es muy icónico y no pretendéis dibujar ambientes realistas…

CD: Por eso me lo he pasado tan bien en las partes más improvisadas. Por ejemplo, la parte del cuento, que está hecha en gouache, a mano, ha sido para disfrutar, para volver a hacer lo que hacía en la facultad. Me apetecía muchísimo y lo tuve claro desde que leí el guion. Igual que las acuarelas, que las ha puesto él. Ha sido un disfrute volver a ciertas técnicas que hacía tiempo que no tocábamos.

MAG: Y respecto a la sobriedad… los protagonistas son tres personajes cuya pasión es la cultura, pero en la vida real son bastante grises. La vida que les gustaría es la otra, la del cine y el glamour. Me interesaba jugar con ese contraste para definir la forma de pensar de los tres personajes.

CD: Por todo esto me he tenido que comprar nuevos materiales, plumillas súper finas, cosas que hacía mucho tiempo que no probaba… salirme de lo que hago habitualmente.

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Una página de Cuando no sabes qué decir.

Hay un aparente paso de la autobiografía de las dos novelas gráficas anteriores a una historia que es ficción pero en la que se intuye que puede haber, por la parte de Miguel, algún tipo de autobiografía.

MAG y CD: [Risas]

CD: Miguel quería liar a todo el mundo y decir que es ficción, pero no… [risas]

MAG: De hecho hubo un momento en el que le planteé a Cristina la posibilidad de decir que era autobiografía, a pesar de que había cambiado los nombres… Hay un tanto por ciento muy grande de autobiografía. Al principio te habrás dado cuenta de que está dedicado a los colegas. Estos dos colegas y yo formábamos el equipo Grúa en la facultad.

CD: Y a mí también me aceptasteis [risas].

MAG: Sí, tú viniste después, como las chicas del cómic…

CD: Yo llegué y os marqué a todos.

MAG: Como Yoko Ono en los Beatles [risas].

CD: No, no, mentira, si no llega a ser por mí…

MAG: Bueno, Yoko Ono inversa [risas]. La cuestión es que Manu está inspirado en mí y los dos otros amigos están inspirados en mis dos colegas. Quería captar sobre todo ese momento que vivimos, en el que vas a la facultad, conoces a gente que tiene las mismas inquietudes que tú, te haces muy amigo, hay una explosión de muchas emociones… Es una época que yo disfruté mucho y me apetecía meterla en un cómic. Luego hay muchas anécdotas que son verdad y otras que no, de la misma manera que hay sitios que se citan en el cómic que existen y otros que no.

CD: Se ha divertido haciendo ese doble juego de hablar de sitios que existen y sitios que no…

Es lo que hoy se llama autoficción, ¿no?

MAG y CD: Exactamente.

MAG: Y al final también lo que haces es hablar de tus otros yoes. Yo soy Miguel Ángel y soy guionista de cómics, pero hubo una época de mi vida en la que pensé ser crítico de cine. Lo que he hecho es responder a la pregunta de qué habría hecho yo si hubiera sido crítico de cine. Pues sería un tipo cínico y solitario, tristón…

CD: Menos mal que tu yo real es un poco más alegre [risas]. Realmente el libro habla de la pérdida de la amistad, y está basado en este grupo, pero en realidad seguimos siendo amigos. Hemos perdido amigos por el camino, pero no éstos. Hay un juego ahí.

MAG: Es muy divertido jugar con esto: ¿cómo hubiese sido mi vida si en lugar de con Cristina me hubiese casado con la otra novia que tuve? ¿Cómo hubiese sido mi vida si en vez de dedicarme a esta carrera hubiera hecho la otra en la que estuve pensando?

CD: Pues yo eso no lo pienso mucho [risas].

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Una posibilidad entre mil (Sins Entido, 2009), la primera novela gráfica de Giner y Durán.

A vosotros a veces se os ha englobado en cierto tipo de novela gráfica sobre asuntos sociales, enfermedades…

CD: De desgracias [risas].

Es la crítica un tanto chusca que hubo en el principio de la novela gráfica con Arrugas o María y yo. ¿Vosotros qué pensáis de eso, cómo os posicionáis?

CD: A mí me está gustando la reacción que está habiendo con este libro en el sentido de que está demostrando lo que venimos diciendo desde hace siete años. Mucha gente pensaba que nosotros éramos unos padres con una desgracia que de repente habíamos dicho: «vamos a contarlo en cómic y así nos hacemos famosos». Sabemos de mucha gente que se está leyendo ahora los dos primeros libros a raíz del tercero. Había mucha gente que no se los había leído, y lo entiendo, porque yo también cuando veo libros de estos temas tampoco me los leo. Ahora, al hacer el tercero, estamos demostrando que no era así: nosotros hicimos Bellas Artes porque queríamos hacer cómic, y montamos el estudio de ilustración por lo mismo, lo que pasa es que por circunstancias de la vida a veces puedes y a veces no. De hecho este guion que hemos hecho ahora era un relato de Miguel de hace quince años que siempre habíamos pensado llevar a cómic. El nacimiento de Laia nos cambió el orden en las obras, de repente te pasa una cosa tan fuerte… Y Miguel dijo: «no, no, vamos a contar primero esto». Yo lo que quiero es que se vea que no somos «padres con desgracia» que hacen cómic, sino autores de cómic que hemos contado dos historias de nuestras hijas y ahora contamos otra. Ése es el orden correcto.

MAG: Yo creo que no hay que hacer mucho caso a estas cosas. Hablar es fácil, y hay muchos sitios donde se puede criticar, pero al final creo que las obras hablan por sí mismas. Si efectivamente con Una posibilidad entre mil hubiéramos querido sacar el típico libro triste, habría tenido muy poco éxito. Si funciona es porque está bien contado, porque el dibujo está bien…

CD: Y por su sinceridad.

MAG: Al final tiene un recorrido largo porque está funcionando no sólo dentro del mundo del cómic, sino a muchos niveles. Y eso es lo importante.

CD: De todas formas teníamos ganas de hacer un tercer libro para demostrar que realmente nos queríamos dedicar a esto y buscar nuevos caminos y nuevas historias, y que la gente disfrute con ellas.Y ya te digo que desde fuera lo entiendo, porque lo ves en otras personas… Pero era importante desmarcarse.

MAG: Pero ya lo habíamos hecho con Pillada por ti y El siglo de oro valenciano

CD: Sí, pero eran obras de encargo, no nuestra obra de autor, personal. En ella sí es verdad que teníamos muy claro que queríamos hacer algo que tuviera un fondo humanista o emocional, o incluso social, en cuanto a la defensa de la cultura, de la amistad, de la gente diferente… Sigue nuestra línea, pero es diferente.

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Un ejemplo de una de las historias relacionadas con el jazz que se cuentan en el cómic.

Siempre hay algo de social, como dices tú la defensa de la cultura, por ejemplo, pero además introducís hacia el final la cuestión de los malos tratos y la violencia de género. ¿Es algo que estaba desde el principio en ese relato original?

MAG: En el original no… Ese relato lo escribí inspirándome en estos amigos, y luego esta historia de violencia de género le sucedió a otro amigo. A mí me interesaba mucho que hubiera un punto de conflicto en el que los personajes rompan entre ellos, y tenía que ser algo fuerte, claro, para que alguien como Manu fuera capaz de perder la relación con su amigo.

CD: Y es que es verdad que nosotros necesitamos siempre el componente humano. Si no es una historia que emocione y me toque…

Tiene que haber un poso de realidad.

CD: Sí, necesito esa parte humana o social. Es lo que veo, por ejemplo, en Aquel verano [de Jillian y Mariko Tamaki]. Es una historia que tiene por detrás una parte de relaciones humanas que me gusta leer. Como autora, busco lo mismo. Lo que estaba claro es que no íbamos a hacer una obra de humor, porque no nos sale [risas].

MAG: Y luego a mí sí que me interesaba mucho contar el tema de la violencia de género desde el punto de vista del hombre. Siempre se trata desde el punto de vista de la mujer, que es lógico, pero en este caso me interesaba ver cómo lo vive este personaje que no puede controlarse. Es un tío muy inteligente y coherente con sus ideas. ¿Cómo lo vivirá una persona así, que encima está locamente enamorada de su pareja? Y tiene esa situación en la que tiene que tomar unas decisiones.

CD: A mí del personaje me gusta que, al ser inteligente y coherente, no se fía de sí mismo y es él quien se aparta de la chica. No confía en sí mismo y no quiere que vuelva a pasar. Me parecía noble por su parte.

MAG: Es el personaje más noble y más coherente… Los otros dos no se han enterado de nada.

Otro tema que está muy presente es el paso del tiempo, y cómo cambia las relaciones. Cómo esa amistad tan intensa que tiene lugar en la tardoadolescencia se va apagando y de repente te encuentras, diez o quince años después, con la misma gente por inercia, pero te preguntas por qué. ¿Esa reflexión estaba ahí?

CD: Sí, porque todos hemos perdido amigos por el camino.

MAG: Si te das cuenta, la estructura narrativa trabaja con la evocación: el personaje escucha una canción de Cole Porter y recuerda una vivencia… Eso nos pasa a todos, escuchas una canción y piensas en alguien a quien le gustaba mucho. O un olor, una película… La estructura narrativa está rota precisamente por eso. Es algo que pasa conforme envejeces. Por eso decimos que es un libro de cuarentones [risas]. A partir de los treinta años es cuando has tenido esas experiencias de perder amistades, y tienes el bagaje existencial necesario para evocar estas cosas.

CD: Y además la época universitaria es súper rica, en la que tú eres suficientemente mayor para ser consciente de las cosas y aprender, conocer gente, visitar sitios… Pero todavía no estás metido en el trabajo, ni en los hijos. Por eso todos tenemos ahí ese recuerdo de la época de la facultad… Eso es bonito.

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Una página de Cuando no sabes qué decir.

¿Pensáis que de alguna manera Cuando no sabes qué decir puede inaugurar una nueva etapa en vuestra producción? ¿Tenéis alguna idea para próximas obras?

CD: Tenemos ganas, pero nos tenemos que sentar a ver qué hacemos en el siguiente. Los dos primeros costaron mucho, y este tercero también, pero ya has hecho tres… Hay cosas que vas aprendiendo con el oficio, el engranaje está hecho. Le vas cogiendo el gusto y quieres hacer más. Ahora estamos en la fase de descanso, porque acabas siempre un poco agotado y tienes que combinar además con trabajos de ilustración.

¿Cuánto tiempo os ha llevado hacerlo?

MAG: Año y pico.

CD: Fíjate: las dos primeras páginas se las enseñamos a Catalina Mejía cuando aún estaba en Sins Entido. Él tenía el guion desde hacía mucho tiempo, y yo hice esas dos primeras páginas para mostrarlas a Catalina. Le gustaron mucho, luego Sins Entido entró en una etapa sin actividad, y cuando ella entró en Salamandra nos llamó porque lo seguía queriendo. Y el último año ha sido de palizón total, por combinarlo con trabajos de ilustración. Acabamos un poquillo agotados. Pero sí que estamos ya en la fase de sentarnos y ver qué es lo siguiente que hacemos.

MAG: Lo que yo tengo muy claro es que éste es un cómic de personajes. La historia es importante, pero yo hasta que no tenga los personajes muy claros en la cabeza no puedo empezar. Lo importante son los personajes, luego lo que les pase, sea lo que sea, te va a interesar si los personajes están bien construidos.

Y además es mucho más fácil hacer que se muevan, ¿no? Porque cobran vida.

CD: Nosotros cuando pensábamos en la tercera obra, pensamos en llevárnosla a un terreno más de fantasía o ciencia ficción, pero al final nos decidimos por ésta, porque esta historia la teníamos ya bastante clara. Ese juego entre realidad y ficción nos daba pie a hacer cierta transición. De todas formas como Miguel siempre tiene un montón de historias a medio hacer en un cajón confío que de alguna de ellas podamos sacar algo. Y también yo les estoy dando vueltas a un par de historias que podemos coger y que Miguel le dé forma. Tengo la sensación de que el primero costó y fue el que nos abrió la puerta, el segundo fue para consolidar eso…

MAG: Fueron ciento ochenta páginas…

CD: Sí, fue un poco cañero. Pero este tercero nos ha hecho pensar que estamos en el camino…

MAG: Sí, ya sabemos cuántas páginas producimos a la semana, más o menos…

Podéis medir mucho más las fuerzas.

CD: Claro. Y como los dos primeros tenían un componente emocional tan fuerte, aparte de que no controlábamos los tiempos había días en que no podías ponerte. Éste último ha sido más controlable.

Más frío, en el sentido de que ha pasado más tiempo desde los hechos…

CD: Claro. Además al adelantarse un mes el Saló del Cómic, me quitaron un mes de la planificación del libro… Fue una paliza por eso, pero el proceso lo tenía más controlado. Y por eso apetece seguir.

¿Os plantearíais hacer algo infantil o juvenil en el futuro? Lo digo porque ya tuvisteis una experiencia con un cómic de encargo…

CD: Sí: Pillada por ti, que era para adolescentes. Y ahora hemos hecho El siglo de oro valenciano que nos ha encargado la Biblioteca Valenciana. Es una historieta para jóvenes, de amor, sobre los inicios de la imprenta en Valencia. Es un guion más juvenil. A mí me gustaría hacer cosas infantiles, como las que hace Mamut, por ejemplo. Y en ilustración casi todo lo que he hecho ha sido para educación infantil y primaria…

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Portada de El siglo de oro valenciano.

MAG: Sí que tuvimos un encargo, pero lo acabé haciendo con Nuria Tamarit y Xulia Vicente, del fanzine Nimio.

CD: Ah, sí, pero porque por cuestión de tiempo no podíamos hacerlo juntos.

MAG: Es una historia de una niña detective destinada a un público infantil. Tiene una parte de literatura y una parte de cómic. En principio íbamos a hacerlo todo nosotros…

CD: Pero era a la vez que todo esto…

MAG: Y al final dije que hacía yo el libro y el guion. Me lancé, total, sólo estábamos haciendo tres cosas a la vez [risas]. Esto saldrá en valenciano después del verano, está todo entregado.

CD: Nuria y Xulia son muy buenas, y ni siquiera han acabado la facultad.

Ahora hay jóvenes que hacen cosas increíbles. Cuando vas a GRAF o a Tenderete ves una cantidad de talento alucinante…

MAG: Sí, totalmente.

CD: Volviendo a lo de hacer un cómic infantil, sí que hemos comentando más de una vez preparar un proyecto, hacer un guion infantil… Me apetece muchísimo.

MAG: Bueno, en Cuando no sabes qué decir hay un cuento infantil. Y de hecho nos preguntan si vamos a hacer un spin-off del cómic publicando aparte el cuento. Igual podríamos hacerlo [risas].

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Un ejemplo del cuento incluido en Cuando no sabes qué decir.

Al hilo de lo que comentamos de los autores jóvenes, ¿cómo valoráis la evolución del mercado de los últimos años? Porque Una posibilidad entre mil aparece en 2009, un momento en el que la novela gráfica española estaba echando a andar, había aparecido también El arte de volar… Y en cuestión de cinco o seis años creo que ha cambiado mucho el panorama.

MAG: Como lector, con mucha alegría. De hecho consumimos más tebeos de autores españoles que de otros países. Y es normal. El otro día por ejemplo pensaba en Quay D’Orsay [de Blain], que es un cómic muy divertido… Pero yo prefiero leer Barbaritats valencianes! de Xavi Castillo y Lalo Kubala. Porque está hablando de lo que ha pasado aquí y de lo que yo he vivido. Con Quay D’orsay hago el esfuerzo de meterme en la política francesa y lo disfruto, pero no es lo mismo, el otro lo he vivido. Por eso prefiero autores españoles.

CD: Pero no es que digas «voy a leer sólo autores españoles», es que sucede de un modo natural: «me apetece leerme esta historia, y ésta, y ésta…». Y te das cuenta al final de que los últimos quince cómics que he leído son todos españoles. Esa producción maravillosa que hay está apoyada por los medios, que nos hacen mucho más caso.

Se va creando una base sólida. En 2009 erais la excepción.

CD: Ahora los medios te llaman de una forma diferente, te entrevistan… Antes cuando mandabas la información contestaba uno de cada mil, mientras que ahora hay un feedback inmediato, porque les interesa.

MAG: Y también repercute en que cada vez haya más cursos sobre cómic, editoriales nuevas… Yo no sé si se podrá aguantar todo esto, espero que sí, pero toda esta riqueza…

CD: En Valencia es una locura. Hay librerías nuevas que hacen como tres presentaciones a la semana, exposiciones… Hay semanas que coinciden dos y tres eventos en el mismo día, de cómic e ilustración. Se ha mezclado la efervescencia del sector con que también, por la crisis, la gente se ha lanzado a la autoedición.

MAG: Hay mucho ambiente de eso en muchas ciudades…

Había muchas ganas de salir adelante.

MAG: Eso también lo generan los cursos de cómic, donde surge gente nueva con ganas de hacer cosas que no puede acceder a la industria. ¿Qué hace entonces? Pues buscar su espacio, porque el talento lo tienen.

CD: Van a Tenderete o GRAF… Y luego hay muchas páginas sobre cómic que se pueden consultar en internet…

Sí, todos los días hay dos o tres entrevistas a autores en internet… Empiezas a ver por la mañana Twitter y vas siguiendo enlaces y te tiras el día leyendo sobre cómic.

Os quería preguntar también por Viñetas de vida, concretamente quería saber hasta qué punto pensáis que esa colaboración ha influido en vuestra obra posterior, ahora que ha pasado un año y pico.

MAG: Siempre enriquece. Y estar en situaciones complicadas más aún. De hecho yo de aquí sacaré un guion que escribiré en algún momento, aunque no sea exactamente la historia de Nicaragua, pero seguro que la acabo enfilando por otro sitio. Y a nivel personal, aunque hagas un cómic de superhéroes, por ejemplo, si yo tengo que describirle a alguien la mirada de una niña que está aterrorizada, voy a ser capaz de transmitirlo, porque lo he vivido en persona con las niñas que sufrieron violencia intrafamiliar. Sé cómo es. Al fin y al cabo el arte es eso: la capacidad que tenemos de coger ciertas cosas y filtrarlas con nuestra sensibilidad para transmitirla a nuestro público.

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La portadilla de «Ondas en el río».

CD: Yo de Viñetas de vida he sacado varias cosas que me siguen dando vueltas a la cabeza. Una es que seguimos yendo a presentarlo a terrenos donde el cómic no es lo habitual. Sigue siendo muy chulo ir a una presentación con voluntarios de Oxfam e introducir el lenguaje del cómic a gente que no lo conocía. Es una puerta más para darse a conocer. Y el cómic se sigue vendiendo y lo está comprando mucha gente que no leía cómic.

Y por otro lado, te reafirma en la idea de que cuando cuentas una historia haya siempre una parte humana y emocional. Ya que cuesta mucho hacer una obra, que tenga siempre un pequeño componente de defensa de los valores humanos. Una conciencia del mundo en el que vivimos.

MAG: Eso nos sale automático.

CD: Pero lo refuerza, cuando ves los mundos que ves…

MAG: Mario Benedetti decía que le habían acusado de ser un escritor comprometido y que él sería siempre así aunque hable de ratoncitos y mariposas: siempre habrá un grado de compromiso social.

CD: Desde que te levantas hasta que te acuestas cualquier decisión es política. Y ves además que mucha gente que conoces en estos viajes está en una situación en la que no puede elegir. Nosotros que sí podemos, vamos a hacer una obra que sirva para algo.

MAG: Sí, allí salen con las cartas marcadas. Naces y mueres en el mismo sitio y seguramente pobre.

CD: El proyecto empezó como un encargo, pero al final para todos se ha convertido en un proyecto personal. Fue un encargo pagado, como tiene que ser, bien hecho y organizado. Pero el hecho de que al hacerlo en libro todos hayamos cedido los derechos para Oxfam Intermon fue una decisión espontánea, ni lo hablamos previamente.

Este proyecto también es sintomático del momento que vive el cómic, ¿no? Igual hace cinco años no habría sido viable.

MAG: También les costó ahora…

CD: Fue en buena medida una lucha de Pablo Rebaque, le costó convencer a mucha gente. El éxito que está teniendo el cómic le está dando la razón a Pablo.

El cómic como lenguaje tiene unas capacidades para transmitir ideas brutales. Por algún motivo estaba estigmatizado…

MAG: Sobre todo en España, estaba asociado al público infantil y juvenil y eso ha hecho mucho daño. Pero se va rompiendo en los últimos años, y hacía falta, porque es como dices, se puede transmitir lo que sea, como cualquier otro medio.

Y con más efectividad, a veces: yo me imagino Viñetas de vida hecho en prosa y estoy seguro de que habría llegado a mucha menos gente.

CD: E incluso en documental o fotografía, que los hay muy buenos, pero se ha visto mucho ya… El cómic es novedoso. Me está gustando mucho la reacción de la gente de Oxfam que no leía cómic y ahora están súper emocionados.

Yo creo que es una de las primeras veces que se hace un proyecto de este tipo a esta escala, con autores profesionales. Había cómics institucionales que te saca una diputación, por ejemplo, con algún autor casi amateur

CD: Esto ha sido un acierto por su parte. Y Pablo, aunque sabe mucho de cómic, nos dijo desde el principio que lo aconsejáramos sobre autores, condiciones, edición, etc. En todo querían que nosotros estuviéramos contentos. Es un encargo de los que te caen una vez en la vida.

MAG: O no, que somos jóvenes aún [risas].

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Otro ejemplo de «Ondas en el río».

No os lo pensasteis demasiado, entonces.

CD: No, no. Cuando me llamó Pablo y me explicó perfectamente todo, al colgar le dije a Miguel: «no te vas a creer lo que te voy a contar» [risas].

MAG: De hecho cuando mes y medio antes del viaje nos llamaron para confirmarlo, era muy precipitado, organizarlo con la familia iba a ser complicado, pero pensamos que había que decir que sí porque queríamos ir a Latinoamérica. En África ya habíamos estado, Asia nos parecía un poco lejos…

CD: Porque  si decíamos que no a Nicaragua iría otro autor y nosotros tendríamos que esperar a otro país. Fue una locura, yo estaba terminando un libro de texto…

MAG: Me acuerdo de que la noche anterior no teníamos ni la maleta hecha.

CD: ¿La noche anterior? Nos íbamos a las tres de la tarde a Madrid y salía el avión a las cinco o las seis de la mañana. A la una y media yo aún estaba en el estudio enviando dibujos y no me había hecho la maleta. Yo que soy muy organizada y me hago una lista de cosas… [risas]. Fue una locura pero valió la pena.