Entrevista con JULIE DOUCET

Gracias a la gestión de la gente de Fulgencio Pimentel hemos tenido la oportunidad de realizarle a Julie Doucet una breve entrevista por correo electrónico. A continuación ofrecemos el resultado.

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¿Cómo empezaste a dibujar cómics en los ochenta? ¿Cómo fue hacerlo en un mercado sobresaturado de superhéroes?

En mi casa siempre hubo cómics. Me encantaban, tanto como la literatura… En la universidad conocí a unos chicos que dibujaban cómics y hacían fanzines. Yo porbé a hacerlos sin más, como lo habría hecho con cualquier otra forma artística… Lo escogí de inmediato. Es que yo no encajaba en el molde del arte contemporáneo de entonces…

Al ser francocanadiense, los cómics de superhéroes nunca formaron parte de mi universo. Crecí con los cómics franceses, y descubrí el underground americano más tarde. Por aquel entonces no había editoriales en Québec. Todos nosotros soñábamos con publicar en Francia, pero era sólo eso, un sueño…

¿Cuáles fueron tus referentes al principio de tu carrera? Has mencionado las obras de Robert Crumb en algunas entrevistas, pero ¿conocías las obras de autoras underground como Aline Kominski, Joyce Farmer o Trina Robbins?

Como dije, descubrí el underground bastante tarde, y a las dibujantes estadounidenses aún más tarde. El artista que me inspiró a dibujar fue el francés F’Murr. Me gustaba su estilo de dibujo —muy redondeado y orgánico— y su personaje femenino, el primero con el que realmente me pude identificar. Después descubrí a autoras francesas como Bretecher, Florence Cestac, Nicole Clavenoux, Montpellier

¿Cómo distribuías Dirty Plotte? ¿Dónde se vendía?

Lo distribuía a mano, iba de una librería a otra, y también a tiendas de discos, a una tienda de comic-books

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Cubierta de un ejemplar de Dirty Plotte en la época en la que era editado por Drawn & Quarterly.

Cuando miro tus primeros trabajos pienso en una joven autora que está intentando encontrarse a sí misma a través de su obra. ¿Era así? ¿O más bien era un modo de entender el mundo que te rodeaba?

Sí, era como una auto-exploración, intentaba encontrar mi lugar como mujer, supongo… Todo tenía que ver conmigo misma. Y también sucedía que, al estar convencida de que no había manera alguna de publicar mi trabajo, podía poner en mis páginas cualquier cosa que se me pasara por la cabeza. Nada de censura.

¿Sentías a veces que te estabas exponiendo demasiado? ¿«Disfrazabas la realidad» de algún modo?

No, te lo creas o no, hubo y hay límites que no cruzaré. Todo es verdad, pero es sólo un aspecto de la verdad. Había cosas que evitaba poner en mis historias… Quería que todo fuera verdad, ser totalmente sincera. Pero ahora no estoy segura de que sea tan importante. Encuentro la autoficción más interesante, es un estilo de escritura y narración más interesante que contar nada más que la verdad.

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¿Cómo era la relación con tus lectores y lectoras? ¿Te enviaban muchas cartas y objetos? En «El striptease del lector» incluso despezadas a uno…

Sí, recibía un montón de correo de fans en los tiempos de Dirty Plotte. Y de hecho respondía a muchas cartas… era muy divertido. En la historieta del striptease en realidad la foto del «lector» en realidad la recorté de una revista, no era una foto real que me enviaran.

Leyendo el primer libro que ha publicado recientemente Fulgencio Pimentel, tengo la impresión de que es una obra muy espontánea, tanto en el dibujo como en las tramas. ¿Realmente es así de espontáneo o hay detrás de ello una reflexión más profunda?

¡Muy espontáneo! No, no había una reflexión profunda real detrás… Era pura imaginación y diversión.

Las primeras historias tienen un estilo más barroco, mientras que otras, como «Perdida», tienen menos detalles, viñetas más grande… ¿Es el resultado de una evolución por tu parte, o simplemente es algo que necesitaban ciertas historias?

Es una evolución de mi estilo de dibujo. También está el hecho de que pasé de usar una pluma radiograph a una pluma crow quill… y después de eso un pincel (pero en este libro todavía no, fue años más tarde).

¿Hay una evolución premeditada en tu estilo de dibujo o es más bien un proceso natural?

Es un proceso natural. O al menos yo lo recuerdo así. Pero años más tarde, después de abandonar los cómics, sí que trabajaba conscientemente nuevas formas de dibujo… Maduras, y tiendes a pensar más en lo que estás haciendo, ¿no?

Creo que tu obra tiene dos motivos principales en esta primera etapa: los sueños y la autobiografía. ¿Cuál era la relación entre ambas?

Algunos te dirían que los sueños también son autobiografía… Yo no lo creo, como tampoco creía entonces que estuviera haciendo autobiografía. Para mí todo era fantasía. Simplemente me usaba a mí misma como personaje para esas historias tontas o locas… me parecía algo natural.

Sí tuve la sensación de estar haciendo verdadera autobiografía con Diario de Nueva York, que estará incluido en el próximo libro de Fulgencio Pimentel.

En historias como «Si yo fuera hombre» o «El hombre» explorabas la idea de ser un hombre o tener genitales masculinos. ¿Lo sentías como un asunto artístico, o una exposición queer o feminista? ¿O ambas cosas?

Era una cuestión feminista, supongo, sí. Pero no tenía una intención feminista consciente cuando lo dibujaba. «El doble» fue un sueño ilustrado, por lo que no era realmente responsables de su contenido. De teoría queer no había nada.

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Creo haber leído en otras entrevistas que no fue tu intención hacer «cómics feministas» en los ochenta, pero leyendo tu obra, creo que indudablemente lo eran. ¿Qué piensas ahora de todo esto?

Sí, supongo… La cosa es que entonces tenía muchos problemas para identificarme con lo que era ser mujer. No me sentía en absoluto femenina y estaba muy avergonzada, y autoconsciente respecto a ello —no son exactamente las palabras adecuadas—. Por eso ni me imaginaba que otra mujer pudiera identificarse con nada de lo que yo estaba expresando: angustia, miedos, obsesiones, lo que fuera. ¡Fue una gran sorpresa para mí cuando empecé a recibir correo de mujeres que me contaban cuánto se identificaban! En ese sentido, no pensaba que estuviera haciendo algo tan universal como «cómic feminista». Era —y soy— feminista siendo yo misma…

Las cosas han cambiado mucho desde que empezaste con Dirty Plotte en los ochenta. Ahora hay muchas mujeres haciendo cómics, y cómics feministas, además. ¿Crees que tu trabajo fue algún tipo de inspiración o precursor para autoras como Debby Drechsler, Phoebe Gloeckner o incluso autoras no norteamericanas como Power Paola o Aisha Franz?

Para Phoebe Gloeckner no, creo que ella empezó a dibujar cómics antes que yo. Muchas mujeres me han dicho que las inspiré. Incluso hoy, jóvenes autoras vienen a decirme lo importante que es mi obra para ellas… eso es asombroso, y extremadamente gratificante y halagador… Pero no conozco a las mujeres que mencionas.

¿Todavía lees cómics? ¿Cuáles son tus autores y autoras favoritas de la actualidad?

No leo demasiados cómics… Sobre todo leo los cómics de mis viejos amigos dibujantes, como Max, Matti Hagelberg, Geneviève Cartrée, Diane Obom, John Porcellino, Chester Brown, Jean-Christophe Menu… otros que he leído y me encantan son Amanda Vâhâmâki, Chihoi (China)…