Chico del antifaz (Alexis Nolla)

chico del antifaz port

El chico del antifaz (Alexis Nolla). Diminuta Editorial, 2015. Rústica con solapas. 58 págs. B/N. 8 €

Alexis Nolla es un autor que pertenece a la penúltima generación del cómic español, la que no tuvo que ganar el espacio de la librería generalista ni luchar por hacer historias en formato libro. Nolla se ha movido en el equivalente español de la small press, entre fanzines y ediciones de pocas páginas y tiradas cortas, y ése parece ser su hábitat natural, no sólo porque es ahí donde menos debe preocuparse por la comercialidad de su obra, sino también porque en el formato corto funciona como un tiro. Así lo demuestran sus dos trabajos más significativos, Escondite / La isla del diablo y El polo sur, ambos publicados por Apa-Apa, una pequeña editorial barcelonesa crucial para que la generación de Nolla diera el siguiente paso en su carrera.

Sin embargo este nuevo cómic lo ha publicado Diminuta Editorial, otra casa barcelonesa que también está apostando por esta generación. Chico del antifaz me ha encantado; creo que es uno de los mejores trabajos de Nolla, una pequeña joya en la que añade nuevas capas a sus motivos narrativos. A esas aventuras en planos medios, con el hermetismo propio de quien se mueve entre Jason y Sammy Harkham, ahora Nolla les aplica una mirada más irónica y se suelta definitivamente en lo gráfico para situarse en un nuevo nivel.

No es la primera vez que Alexis Nolla emplea al personaje del Chico del antifaz. Forma parte del universo Maiame, ese escenario ficticio que inventaron, entre otros, Pau Anglada y Marc Torices, y pueden encontrarse historias sueltas tanto en el fanzine Les mejores con en la web Tik Tok. Pero son historias más convencionales, más similares a lo que habíamos visto anteriormente. Y aquí, en realidad, está jugando a muchas cosas al mismo tiempo. En un nivel superficial, Chico del antifaz es una revisitación de los superhéroes ingenuos y algo cazurros de la Golden Age, con la novia del héroe, la némesis y su enrevesado plan para cargarse al héroe, la mascota, el sidekick… La acción es importante, aunque sea un acción pop, visual, porque es lo que le permite a Nolla jugar con las composiciones y entregarse a un dibujo geométrico, donde las líneas, más desnudas que nunca en su obra —sensación que refuerza la ausencia de color—, son las protagonistas absolutas. Y a partir de ahí, a jugar: perspectivas locas, onomatopeyas, tramas de puntos, manchas de negro… El dibujo celebrando que lo es, en lugar de intentar imitar a la aburrida realidad. De alguna forma Nolla se vuelve más formalista, y su estilo aquí recuerda lejanamente a maestros de la geometría como Yuichi Yokoyama.

chico del antifaz int

Pero por debajo del juego de referentes hay no sólo cierta ironía —de la que, lejos de distanciar al lector, le provoca más empatía— sino también una carga emocional que se manifiesta a través de lo que se dice pero, sobre todo, de lo que no se dice. Eso es lo que dota a este tebeo de una dimensión diferente y lo aleja del mero pastiche de vanguardia. Por ejemplo, cuando la chica con la que queda el protagonista le pregunta por su nombre «de verdad» y él simplemente contesta que lo ha olvidado. Hay mucho debajo de un diálogo en apariencia sencillo, que tiene que ver con la identidad… El Chico del antifaz, por cierto, no se lo quita jamás, ni en casa cuando ve la televisión en calzoncillos. Es un héroe tan puro y engañosamente unidimensional que su máscara se ha convertido en su propia identidad.

Pero al final la sensación que tengo es que el tema central de El chico del antifaz no es otro que el amor. El que siente el héroe por la chica con la que se cruza, Phoebe, el no reconocido del villano hacia el héroe, el más que posible del amigo comisario y del sidekick hacia el Chico del antifaz… amores no reconocidos, ni siquiera en sus fueros internos, amores confusos y fingidos que se hacen reales. El final, en ese sentido, es magistral, y la última página, concretamente, digna de los mejores.

Esto que voy a decir va a sonar a frase efectista de manual para terminar una reseña, pero es que viene al caso: Alexis Nolla demuestra que a veces las obras pequeñas son las más grandes. A mí siempre me había resultado interesante su obra, y él un dibujante de talento con cosas que contar, pero con El chico del antifaz me empieza a parecer algo realmente serio. Es el tipo de cómic que puede convertirse en hito en su trayectoria y marcar una diferencia. No sé si llegará a tanto, porque por supuesto, hay que esperar, pero desde luego aquí hay un salto importante.