¡Universo! (Albert Monteys)

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¡Universo! (Alberto Monteys). The Panel Syndicate, 2014. Cómic digital. 38 págs. Color. Precio a determinar por el comprador.

De un tiempo a esta parte el cómic digital parece que empieza a entrar en una fase de profesionalización y remuneración. Hablo de España, claro, donde parecía una quimera esto. Tal vez influye el hecho de que están empezando a aparecer proyectos de webcómic hecho por profesionales, por autores con una trayectoria previa. Ya no es solamente una plataforma para darse a conocer o un sustituto del fanzine tradicional como fase de fogueo. Obviamente llegados a este punto todos estamos pensando en Orgullo y satisfacción, y resulta significativo que el autor del tebeo del que hoy escribo, Albert Monteys, sea también uno de los principales impulsores de dicha revista digital.

Sin embargo ¡Universo!, su nuevo proyecto, se aloja en Panel Syndicate, la página que fue creada hace algo más de un año para albergar The Private Eye, la serie de Brian K. Vaughan, Marcos Martín y Muntsa Vicente, y su modelo de venta es el mismo: descarga por el precio que creas justo, incluso por el de cero euros. Es una apuesta por parte del autor pero también un desafío al público: demostremos entre todos que eso de «yo estoy dispuesto a pagar, pero un precio justo» es cierto. Y de momento parece que lo está haciendo, siempre y cuando se nos ofrezca algo que sintamos que merece la pena.

Y ¡Universo! la merece. Se nota que Monteys se ha volcado y que llevaba mucho tiempo con ganas de hacer algo como esto, atado como estaba hasta que abandonó El Jueves, al humor político o social. En ese campo su papel admite poca discusión, creo yo: es uno de los más brillantes que hay y junto con Manel Fontdevila pienso que puede considerárselo  el gran renovador de El Jueves y por extensión del cómic de humor. Dibuja como quiere, tiene chispa, agilidad a la hora de escribir, emplea los recursos de la historieta con soltura y sin prejuicios… Y tiene gracia, que es como el flow, más o menos. Pero siempre le ha tirado la ciencia ficción; ahí está Calavera Lunar y alguna cosa que se ha podido ver por su Tumblr.

El problema con la ciencia ficción en el cómic es que está tan sobadísima que resulta complicado innovar y hacer algo fresco si se parte de la tradición del género en este medio. Una excepción a esto es, por ejemplo, el Prophet de Brandon Graham. En la vertiente más reflexiva y crítica de la ci-fi seguramente lo más interesante que he leído en los últimos tiempos es Aama de Frederic Peeters, que no obstante arrastra ciertas deudas con la BD de los ochenta. Y en el lado más lúdico, desde luego lo más rompedor que se está haciendo ahora mismo es el … No Option! de Pep Pérez, un locurón gráfico que destila multitud de referencias para parir algo completamente nuevo.

Universo se sitúa en algún punto intermedio entre Aama y … No Option! El despliegue gráfico es impresionante y Monteys se desata, por ejemplo en la página 5. Aprovecha el color y el formato, alterna viñetas grandes con otras más pequeñas, dibuja con un estilo más cerrado, más físico que lo que acostumbra, porque sabe que mientras que el humor se beneficia de cierta soltura y ligereza en el trazo, que subrayan los conceptos y hacen ágil la lectura, la ciencia ficción necesita carne para ser creíble, volumen, que se mezcla con colores potentes y pop. El resultado es simplemente alucinante, a ese nivel. Monteys no se priva de dibujar nada: dinosaurios, robots, cavernícolas, insectos antropomorfos… Como en … No Option! la sensación de disfrute por parte del dibujante es constante, y eso es muy importante para que disfrutemos también nosotros.

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Pero, además, la trama está muy bien armada. Es un relato distópico mezclado con viajes en el tiempo que combina, como las grandes historias de ciencia ficción, lo personal con lo universal —y «universal» en este caso es literal—. El género tiene que pensar a lo grande y al mismo tiempo no perder la atadura con lo individual para que nos alcance con todo su poder. Si se queda corto por uno de los dos extremos, el relato se queda en tierra de nadie, en lo anodino. Pero todo eso lo sabe Monteys, y no le falta la ambición para llevar ¡Universo! a ese nivel. La idea de una corporación que acaba poseyendo el mundo entero y cuya voracidad le lleva a querer haberlo poseído siempre no es tan descabellada si tenemos en cuenta que los recursos naturales ya están en buena medida en manos privadas, que se patentan semillas y que la genética de diseño está ahí, a la vuelta de la esquina.

El viaje alucinante como gran tema de la ci-fi está presente en ¡Universo! en todo momento, pero, al mismo tiempo, es la historia de un hombre corriente enfrentado a la máquina, a la megacorporación para la que trabaja porque no tiene opción, y enfrentado también a su propia soledad. Es un hombre cualquiera que, al final, sólo quiere volver a casa con su pareja. Y por eso aunque hay humor, porque Monteys con su dibujo ya filtra eso en todo lo que hace, también hay una profunda melancolía al final de la historia.

Las previsiones de Monteys —que no se resiste a incluir tres páginas finales donde aparece él mismo explicando el proyecto— pasan por publicar un número cada dos meses, aunque no será una serie de continuará. Habrá que seguirla, porque ¡Universo! tiene pinta de ir a más aún conforme su autor se vaya soltando y acostumbrando al formato.