Ikea Dream Makers (Cristian Robles)

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Ikea Dream Makers (Cristian Robles). Dehavilland, 2014. Rústica. 17 x 24 cm. 48 págs. B/N. 9,50 €

«¿Cómo mierdas he llegado hasta aquí?» es la primera frase que pronuncia Caleb. Se encuentra encerrado en un cubículo sin aparente salida en el interior de un Ikea, aislado de los demás, que ni siquiera parecen escuchar sus gritos. Éste es el punto de partida de Ikea Dream Makers de Cristian Robles, un tebeo que me ha sorprendido mucho, por su propuesta pero sobre todo por cómo la lleva a cabo el autor.

Es sorprendente también que con sólo veinticuatro años Robles tenga un estilo tan sólido y unas ideas tan claras sobre cómo plantear las cosas. En sus dibujos se ve la influencia de la vanguardia norteamericana —Michael DeForge o Jesse Jacobs, sobre todo—, pero también la de autores de aquí como José Domingo o más remotamente Max. A su edad es completamente normal que las influencias estén todavía frescas, pero eso no impide que Ikea Dream Makers sugiera un autor de gran personalidad: hay que tenerla para asumir influencias así y sacar adelante un cómic tan radical: aquí no estamos acostumbrados aún a ver cosas así fuera del circuito de la auto o microedición.

Pero volvamos al tema de este cómic. Ikea se ha convertido en pocos años —al menos en España— en un símbolo de la sociedad actual. Es un poco hacer sociología de todo a un euro, pero es muy reveladora esa sensación de exclusividad fabricada en serie, esa manera de individualizarnos y personalizar nuestros espacios mediante una gran cadena de producción masiva. Lo homogéneo que pasa por heterogéneo. Lo igual que se disfraza de diferente para que construyamos con ello una ilusión de identidad. ¿Veis lo que os decía? Sociología de todo a un euro. Ikea Dream Makers aborda el tema desde un presupuesto fantástico, como buena parte de la ficción actual. Caleb, tras días de encierro, pierde la cordura y abre por azar un portal a través del cual aparece el señor Ikea, que se lleva a Caleb a un lugar perdido de Suecia donde se fabrican todos los productos que vende en sus tiendas. Que la cara oculta de la friendly Ikea sea un lugar de esclavos donde se retiene a los trabajadores a base de violencia extrema no es precisamente una metáfora sutil, pero la estética de Robles hace que todo sea tan alienígena que da lo mismo. Hay escenas terribles en las que Caleb se convierte en el clásico protagonista víctima con el que no podemos evitar simpatizar. Nunca olvidamos que ni siquiera sabe cómo ha llegado a esa situación exactamente —ni nosotros, claro—, y que cuando parece que llega su salvación, ésta es en realidad la condena definitiva.

Viñeta2

De Ikea Dream Makers me gusta, además de los temas que plantea, la violencia, la suciedad, y el ritmo que domina Cristian Robles, que es quizás la mejor prueba de lo bueno que es. Escoge con precisión las elipsis, tanto, digamos, en la larga distancia, como en las cortas: en este sentido me parecen soberbias dos páginas en las que se resume toda una semana de encierro de Caleb. Echo en falta alguna nota de color, eso sí. Un bitono creo que habría aportado más que los grises que ha usado Robles; pero es una cuestión menor.

Lo importante es todo lo bueno que encontramos en un cómic que nadie esperaba pero que espero todo el mundo descubra y no pase desapercibido. Cristian Robles va a hacer grandes cosas, estoy convencido de ello.