FIRMADO MR. J (XXIII) La editorial Marvel en 1985

portada secret wars II

Secret Wars fue una castaña, Secret Wars II fue todavía peor. Con estas dos frases se podría dar por concluida la reseña, pero claro está que hay más cosas que contar. La anterior crítica es válida si nos atenemos a la calidad artística de las dos miniseries escritas por Jim Shooter, especialmente de la nefanda segunda parte (dibujada por Al Milgrom), aunque la cosa cambia si consideramos los aspectos comerciales o los puramente editoriales.
En cuanto a lo primero, Secret Wars fue uno de los taquillazos de la década de los ochenta. La improvisada reunión de la plana mayor del universo Marvel para combatir al Todopoderoso (el nombre tiene tela) en una galaxia lejanísima vendió tebeos como churros, como también se vendieron los juguetes de Mattel que inspiraron la idea. Se citan cifras de ventas de 750.000 ejemplares por cada uno de los doce números que duró el invento; o sea, una barbaridad. Por su parte, Secret Wars II, la secuela (en varias acepciones de la palabra), constó solo de nueve episodios y no tuvo ventas tan espléndidas, pero funcionó.

Editorialmente hablando, la coordinación de la primera miniserie fue más bien sencilla. En un número concreto de cada colección, los héroes protagonistas se colaban en una mastodóntica construcción alienígena sita en Central Park, y, en el siguiente, regresaban como el que viene de vacaciones: No te imaginas lo que me ha pasado allá en el espacio… ¿El qué? Cuenta, cuenta… No, mejor te lees Secret Wars. Pero la segunda parte sí tuvo tarea. En lugar de enviar de viaje a los superhéroes, se trajeron a la Tierra al Todopoderoso, y esa especie de remedo de Michael Landon en Autopista hacia el Cielo decidió darse un garbeo por las distintas series de la época (1985 para más señas), en un precedente de los actuales mega-crossovers. La fórmula no estaba testada en la época, así que el proceso editorial de Secret Wars II resultó complejo y novedoso.

Secret Wars II


Ya tienen ustedes dos puntos a favor del invento: vendió mucho, fue un precursor del modelo de negocio predominante hoy día. ¿Justifican ambas cosas la reedición? Yo creo que sí, sobre todo si se hace como lo ha hecho Panini, incluyendo los numerosos cruces con las cabeceras mensuales: desde The New Mutants hasta The New Defenders, pasando por The Uncanny X-Men, Captain América, Iron Man, Web of Spider-Man, Amazing Spider-Man, Daredevil, The Incredible Hulk, The Avengers, Dazzler, The Thing, Doctor Strange, Fantastic Four, Cloak And Dagger, Power Pack, The Mighty Thor, Power Man & Iron Fist y The Spectacular Spider-Man (y eso solo en el primer tomo, el segundo y último trae jugosísimos extras; faltan, eso sí, Rom y The Micronauts, por los consabidos problemas de derechos).
El trabajo de Jim Shooter y Al Milgrom pone los pelos de punta, pero en el resto hay páginas de Claremont y Sienkiewicz, Romita Jr., O’Neil y Mazzucchelli, De Falco y Frenz, Stern y Buscema, Byrne, Mantlo y Leonardi, o Simonson, por citar solo los más destacados. Es una oportunidad fantástica para rememorar qué se estaba cociendo en Marvel a mediados de los ochenta. Y un ejercicio de nostalgia en toda regla.