Errata Stigmata (Beto Hernandez)

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Errata Stigmata (Beto Hernandez). Fulgencio Pimentel, 2014. Cartoné. 22 x 29 cm. 48 páginas. B/N. 17 €

¿Qué puedo decir a estas alturas de Beto Hernandez? ¿De verdad hace falta presentarlo en una reseña de uno de sus cómics? Diré, por si acaso, que él y su hermano Jaime han alcanzado ya la categoría de clásicos —de los buenos, de los que son en realidad los más modernos— y que su copiosa producción tiene que estudiarse, más que en cualquier caso, como un todo orgánico. Acierten o no, sus tebeos siempre son interesantes. Y cuando aciertan, sencillamente tienen muy pocos rivales.

Fulgencio Pimentel recupera ahora varias historias cortas de Beto sobre un personaje que retoma de tanto en tanto, Errata Stigmata, y lo hace en un libro del mismo formato y diseño que el que el año pasado editaron con material de Jaime, Rocky. Como aquél, éste también incluye una entrevista con su autor.

Errata Stigmata es uno de los personajes más enigmáticos y complicados de Beto: una chica de edad indeterminada que, en situaciones de estrés, sangra por sus estigmas como si fuera un cristo. El material incluido en este tomo puede dividirse en dos partes: la primera la compondrían las tres historias largas publicadas en los ochenta —con alguna aportación de Mario, el tercero de los hermanos Hernandez—, y la segunda, los breves regresos al personaje en los noventa y ya en el siglo XXI. Es llamativo cómo Beto, muy dado a la saga, a la novela río que construye las biografías de sus personajes a lo largo de los años, aunque sea de manera poco convencional en su cronología, no parece tener interés en hacer lo propio con la vida de Errata. «Radio Zero», el debú del personaje, arranca sin presentaciones, con Errata mareada apoyada en una pared, y cuenta una historia de terrorismo y revolución con el tono punk y distópico propio de la época, pero también con el sentido del humor tan peculiar de Beto, aquí diría que incluso más acentuado. También se beneficia de toda la frescura del primer Beto, aunque también de cierta imprecisión. No es el caso de «Lágrimas llovidas del cielo», de 1985, quizás la mejor historia incluida en el libro, que muestra a un Beto ya totalmente desarrollado como narrador y como dibujante, arriesgado, maestro del blanco y negro y de la caricatura cruel, y con esa sensibilidad tan peculiar, nada obvia, para la construcción de personajes a brochazos expresionistas combinados con detalles sutiles. Es algo que en narraciones de largo recorrido como el ciclo de Palomar se ve mejor —pocos, muy pocos autores superan la construcción de personajes de Beto—, pero que también, y qué difícil es esto, se aprecia en una historia de quince páginas donde echamos un vistazo a la dura infancia de Errata, la relación con sus padres y el descubrimiento de su condición especial.

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Las aportaciones más modernas pertenecen a una etapa de la producción de Beto Hernandez que no conozco del todo bien, así que puede que por eso me cueste situarlas. Son más experimentales y recurren a géneros más clásicos —como otras obras suyas de la época—. «La muerte, dios y el diablo son uno» es una historia del folclore contundente, en la que la presencia de una Errata niña no aporta nada, aunque eso dé lo mismo. Y aunque no lo diera, sólo por la terrible primera página ya se justifica todo lo demás. El resto del material moderno me parece más irregular, y casi anecdótico en el conjunto, aunque imprescindible si de lo que se trata precisamente es de recoger todo el escaso material del personaje producido por Beto.

Como tal, la publicación de Errata Stigmata es una gran noticia para los interesados en la obra y trayectoria de Beto, un autor que parece que atraviesa un momento magnífico con Tiempo de canicas y Julio’s Day —todavía inédita en castellano— y cuya trayectoria merece ser publicada de forma íntegra, algo que por otro lado no es fácil dado el sistema de publicación que él y Jaime han mantenido, con la revista Love and Rockets como eje. Más allá de eso, el tomo ofrece momentos maravillosos, chispazos de genio de uno de los autores esenciales del cómic americano, que consigue una rara mezcla de trascendencia y ligereza sólo a su alcance.